Partiendo de la estructura de los ejemplos del Conde Lucanor de don Juan Manuel, dos alumnos de 1º de Bachillerato crean sus propios ejemplos solidarios.
Estando el conde Lucanor junto a Patronio, su criado, en el patio de la casa, hablaban de esta manera:
-Patronio, un muchacho vino ayer a pedirme trabajo como jardinero, alegando que, realmente lo necesitaba para poder mantener a sus hijos. El problema es que no traía ninguna carta de recomendación y, además, tampoco sé si confiar en él, ya que es expresidiario. Espero que me puedas aconsejar bien, como otras veces sobre este asunto.
Patronio le contestó de esta manera:
-Señor conde Lucanor, yo siempre he pensado que por el pasado de una persona no se le debe juzgar en el presente, ya que las personas cambian y, como prueba de ello, le voy a contar una historia, la cual me sirvió a mí como lección de solidaridad. Es la siguiente:
Hubo un chico que llamaba Omar, el cual vivía en una residencia para chicos problemáticos y de la calle. Allí aprendió y se reformó como persona, pero nadie creyó en el, excepto una mujer mayor llamada María.
Con el paso del tiempo, María, debido a su edad, no podíacaminar muy bien, por lo que tenía que usar una silla de ruedas. Debido a ello. Omar, en agradecimiento a esta anciana, la sacaba a pasear por las tardes, ya que ella no podía hacerlo sola.
Al enterarse un familiar lejano de María de la situación, quiso pagarle un sueldo a Omar por los servicio que le estaba prestando, pero él se negó a recibirlo diciendo que no pensaba cobrar idnero por ser solidario.
Con esta historias lo que quiero decirle es que se apiade de esa muchacho y le dé una oportunidad, ya que uno no sabe nunca cuándo va a necesitar la ayuda de otro, como le pasó a María.
Al Conde le pareció razonable lo que Patronio le dijo e hizo lo que le aconsejó.
Y porque a Don Juan Manuel le gustó este ejemplo, lo hizo poner en este libro e hizo estos versos:
“En esta sociedad hay que ayudar a los demás,
ya que nunca sabes lo que te puede pasar”.
Inmaculada Sáenz de Buruaga y Carvajal. 1º BHM.
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Otra vez hablaba el conde Lucanor con Patronio en esta manera:
-Patronio, de joven estudié junto a un amigo de la calle donde vivía, estábamos siempre juntos, nos ayudábamos el uno al otro en las tareasy nunca discutimos porque siempre queríamos saber la opinión del otro. Ahora este muchacho es hombre y viene a mí a pedirme ayuda para emprender un negocio.
Patronio escuchó al Conde con interés y le respondió lo siguiente:
-Señor Conde, había una vez una hormiga que trabajaba de sol a sol. Esta vivía junto a un árbol en el que vivía una cigarra a la que proporcionaba comida cuando le faltaba.
Un día dicha hormiga tropezó en una grieta y cayó de bruces. Al quererse levantar vio que le dolía mucho una de sus patas. Al intentarse levantar, cayó de nuevo, entre terribles gemidos. La cigarra la vio desde arriba y al ver que la pobre no podía moverse para curarse la pierna, corrió presta a ayudarla.
Señor Conde, la cigarra ayudó a la hormiga sin que esta le tuviera que pedir nada, puesto que anteriormente la ayuda había sido en sentido inverso.
Al Conde le gustó tanto la historia que corrió sin dudarlo a tratar con su amigo.
Y porque a Don Juan Manuel le gustó este ejemplo, lo hizo poner en este libro e hizo estos versos:
“Es de buen cristiano
ayudar si nos han ayudado”.
José Antonio Aragón. 1º BHH.
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