Una prueba de valor
Había una vez un rey muy poderoso llamado Guillermo. Su carácter era muy frío, prepotente y serio. Nadie le quería. El pueblo estaba deseando que muriera para cambiar de rey. No tenía hijos, ni mujer y era hijo único. Con tanto poder no sabía qué hacer, derrochaba el dinero del pueblo.
Triste y solo pasaba los días sentado en el trono de su gran castillo sin saber qué hacer. Un día mandó a sus sirvientes a hacer un pequeño concurso. Consistía en realizar y superar unas cuentas pruebas. Al que ganara, el rey había prometido ceder su trono.
El rey no era tan tonto como para ceder el trono fácilmente, por eso, las pruebas tenían truco. Se presentaron miles y miles de aspirantes pero solo quince podían participar. El rey escogió a los más débiles para que no pudieran superar dichas pruebas.
Entre esos quince aspirantes había un chico muy raro que llevaba un gorro que casi le tapaba el rostro y unas vestimentas enormes. El rey se fijó, pero no le dio ninguna importancia.
Cuando empezaron las pruebas, se dieron cuenta que faltaba un concursante que resultó ser aquel chicho raro. El rey mandó a buscarlo.
El sirviente lo buscó por todas partes pero no lo encontró. Cuando marchaba, vio a una bella joven tras uno de los muros del castillo. La observó y perplejo comprobó cómo se colocaba aquellas grandes y anchas vestimentas y el gorro de aquel chico raro que había sido elegido por el rey para participar en el concurso. Decidió detenerla y llevarla ante el rey pero ella lo golpeó y lo dejo inconsciente en el suelo, pudiendo escapar y llegar a tiempo para empezar la competición.
Poco a poco la chica fue superando todas las pruebas sin que nadie supiera que era una mujer. Al final, solo quedaron ella y dos chicos más.
Tenía que superar la última y más difícil de todas las pruebas: coger el tesoro de la cueva del dragón. Nunca nadie había podido entrar en dicha cueva. Los dos aspirantes salieron corriendo para matar al dragón, pero no lo consiguieron. El dragón los venció porque era mucho más fuerte y astuto que ellos.
La joven pensó que con la fuerza no podría derrotarlo, así que recordó una increíble receta mágica que le dio su abuela, la cual solo podría utilizar cuando fuese un caso muy necesario. Cocinó la comida exactamente como ponía en la receta. Cuando acabó, colocó la olla muy cerca de la entrada de la cueva.
Ante el olor tan intenso de la comida, el dragón salió de la cueva hipnotizado. Se dirigió hacia la olla y no podía parar de comer, mientras ella aprovechaba para entrar en la cueva y coger el tesoro.
Cuando tuvo el tesoro en su poder, se presentó en el castillo ante el rey. Éste se quedó muy sorprendido, él pensaba que nadie podría vencer al dragón.
Tal y como había prometido tuvo que ceder el trono. En ese momento ella aprovechó y se quitó el gorro para que vieran que era una mujer.
El rey quiso deshacer su promesa porque no era un hombre el que accedería al trono, sino una mujer. Por primera vez, fue humilde y se dio cuenta de que ella había superado las pruebas con valentía y astucia.
Todos los habitantes del pueblo fueron muy felices durante su reinado.
Cristina Morales Villalobos 1ºA
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